Años atrás, todos los veranos por estas fechas teníamos un viaje preparado. Yo soy mas bien perezosa a la hora de coger un avión, bueno, perezosa no es la definición correcta, más bien diría que si no me invitas a dos Orfidales y un Gin-Tonic no me metes a un avión ni de coña. Pero estamos hablando de una época de mi vida en la que mis padres tenían la misma estabilidad geográfica que una nube, o Mahoma iba a la montaña o le daban por saco a Mahoma, así que tira millas y visita anual a los progenitores.
En una de estas, tal cual llegamos, los culos inquietos nos tenían preparado un tour de quince días a conocer el país, todo muy bien planeado y organizado, consistía en levantarnos una mañana, coger el coche, hacer kilómetros y dormir donde nos pareciese cuando nos pareciese, la leche caracolera, así nos fue, que nos pasó de todo.
Según alanzábamos camino, preguntábamos que lugares merecía la pena visitar y así llegamos al tema que nos ocupa, Palenque, una ciudad Maya de 2000 años de antigüedad escondida en medio de una selva tan frondosa que hasta que no estás a los pies de sus ruinas, parece imposible que vaya a haber nada allí. Me impactó.
Llegas allí y desconectas del mundo, nunca había visto un cielo tan azul, unas nubes tan blancas y una selva tan verde. Dicen, que si no se mantuviese la vegetación a raya, en un año volvería a cubrir la ciudad entera.
Y porque me acuerdo hoy de Palenque? Porque hablando el otro día, contábamos la aventura de beberse varias cervezas seguidas sin morirse. Aquí fue la única vez en mi vida que me he bebido cinco Coronitas seguidas antes de comer y sin morirme. Porque? Pues no se si fue por el calor, la humedad o el miedo que le da a una cagueta profesional como es servidora el subir por unas escaleras tan empinadas y sin barandilla..........en que estarían pensando estos Mayas cuando la construyeron?????
